Las olas del mar me salpicaban las cara y la ropa y eso era
algo que me molestaba, ya que hacía que mi concentración disminuyera. En el
mismo lugar en el que me encontraba la sangre de las dos personas muertas
estaba ya comenzando a oxidarse lentamente gracias a la sal del agua, pero aún
asi era un proceso lento y lo mejor era tirar los cadáveres al agua para que
los cangrejos y demás animales marinos acabaran con las pruebas, ayudándome de
una enorme pala empujé los cuerpos al agua intentando que no se me mojaran los
zapatos.
Me pareció increíble la frialdad con la que acabé con la
vida de los dos jóvenes pero mayor era
mi sorpresa al descubrir que no sentía ningún tipo de culpabilidad, supongo que
me consolaba saber que esas muertes habían sido necesarias para que otras
personas vivieran, todo el mundo es prescindible, nadie es necesario en este mundo
o eso es lo que parece, algún cotilleo que otro en las noticias y luego… silencio.
Todo eso es lo que quedaría de aquellos dos jóvenes.
Me levanté despacio, miré hacia los dos lados y me fui tranquilamente
caminando con una sonrisa en los labios. Ese era mi trabajo, hacer lo que me habían
enseñado desde mi nacimiento, la muerte era una parte mas de la vida de las
personas y yo era la encargada de cortar esa conexión sin hacer demasiadas
preguntas, yo sonreía porque yo era la mejor haciendo este trabajo, sonreí de
nuevo y me diriji hacia el laboratorio en el que me habían creado.
me gusta este cuento!
ResponderEliminarjajja sádico es de cuando tenia 11 años xd
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